"Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19).
La llegada de la Fe a Hispania.
Después de la Ascensión de Jesucristo a los Cielos, los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, marcharon a predicar el Evangelio a todas las gentes, tal y como Jesús les había indicado. Cerca del año 40 AD, el Apóstol Santiago (el Mayor), hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, llego a Hispania para iniciar la evangelización de este territorio con la intención de llegar al extremo occidental del mundo, en Finisterrae. Aquellas tierras no habían recibido aún el anuncio del Evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo.
Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión.
Según parece, la Santísima Virgen María, estando todavía en vida en Jerusalén, se manifestó en Zaragoza sobre una columna o pilar. Los documentos de la catedral de Zaragoza (s. XIII), dicen textualmente:
«Santiago, pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso».
En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando «oyó voces de ángeles que cantaban el "Ave María" y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol». María le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que esa columna «permanecerá en este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio».
El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio con la ayuda de varios conversos. Pero antes que estuviese terminada, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos, consagró la iglesia y le dio el título de Santa María del Pilar. Después regresó a Judea. Por tanto, en Zaragoza se erigió la primera iglesia dedicada a la Virgen Santísima.
Muchos monumentos y testimonios demuestran la existencia de aquella iglesia. El más antiguo es el famoso sarcófago de Santa Engracia (s. IV), que se conserva en Zaragoza. En él se representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
Numerosos milagros de la Virgen
En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: «creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros».
El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640) es, de entre todos, el más conocido. Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos de ello.
El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.
Rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar.
- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal en Palestina, a diferencia de otras apariciones posteriores.
- La Columna o Pilar que, según se dice, Nuestra Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla.
- Es el primer Templo dedicado a María de toda la Cristiandad.
- La vinculación de la tradición del Pilar con la tradición de Santiago. Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.
Simbolismos del pilar.
- La solidez del edificio-iglesia garantizada por Cristo y que también cuenta con la protección de María.
- La unión de la tierra y el cielo que se realiza a través de María.
- Manifiesta la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios.
- Soporte de lo sagrado, pero también de la vida cotidiana.
- Primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María también es la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de Pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios.
- Edificación del reino de Dios por los cristianos animados por la fe y la esperanza de la Virgen.
- Recuerda a la columna de fuego (Ex 13, 21-22) que por la noche acompañaba al pueblo de Israel y dirigía su itinerario mientras peregrinaban por el desierto.
Actividad 2: RdP "Antes pensaba, ahora pienso", ¿Qué cambia del judaísmo al cristianismo?
El arte paleocristiano.
El arte paleocristiano es el nexo de unión entre dos grandes etapas de la cultura y el arte occidental. Nos referimos a la Antigüedad Clásica y a la Edad Media Cristiana. Así pues, para el estudio del arte europeo de la Edad Media es imprescindible realizar un acercamiento al arte paleocristiano pues en él se van a gestar dos manifestaciones artísticas de la importancia del templo basilical y la iconografía narrativa y simbólica del Cristianismo.
De esta última, por ejemplo, sobresale el crismón, que será ampliamente utilizado en periodo romano.
Por tanto, se denomina Arte Paleocristiano al desarrollado en las primeras comunidades cristianas de los siglo II y III hasta la caída del Imperio Romano de Occidente.
El arte paleocristiano se puede dividir en dos grandes periodos:
- Periodo de persecución y clandestinidad (siglos II y III),
- Periodo del gran arte paleocristiano en tiempos del Cristianismo como religión oficial del Imperio (parte del siglo IV). En esta fase será, por contra, un arte protegido e impulsado por las grandes jerarquías eclesiásticas de la época.
Primer Periodo del Arte Paleocristiano. Siglos II y III.
Se desarrolla entre Finales del siglo II y siglo III, período en el que las comunidades cristianas son perseguidas en el Imperio.
Las dos manifestaciones arquitectónicas de este periodo son las Domus Ecclesiae y los Cimeterios (cementerios)
Domus Ecclesiae
Las Domus Ecclesiae fueron lugares para la celebración del rito cristiano, por tanto son equivalentes a las iglesias parroquiales posteriores. No tenían una forma especial debido a que se empleaban normalmente viviendas romanas normales de dos pisos adaptándola a las funciones que necesitaban dividiéndola con tabiques.
Cimeterios (cementerios)
Los primeros cristianos ya enterraban a sus muertos en lugares que denominaban “cimeterios”, palabra de origen griego, Κοιμητήριο (koimeterio), que significa “dormitorio”, puesto que para los cristianos el sepulcro es el lugar donde reposan los restos mortales hasta la resurrección del cuerpo al final de los tiempos.
Durante estos primeros siglos los enterramientos cristianos tenían lugar en dos posibles lugares: los areae y las catacumbas.
Durante estos primeros siglos los enterramientos cristianos tenían lugar en dos posibles lugares: los areae y las catacumbas.
Areae: Lugares donde las tumbas estaban cubiertas por losas. Por el ritual funerario de la época, era frecuente encontrar en estos cementerios salas o lugares con mesas donde se celebraban los ágapes funerarios que se celebraban tras el entierro.
Catacumbas: La palabra catacumba significa "agujero". Los cristianos encontraron problemas, durante este periodo de clandestinidad, para conseguir terrenos para sus enterramientos. Cuando los conseguían se veían obligados a aprovecharlos al máximo abriendo galerías subterráneas. Aunque estos lugares eran estrechos podían tener decoración o construirse, incluso, pequeños mausoleos, especialmente en el caso de los enterramientos de mártires.