Jesucristo es el fundamento de la Iglesia y su fundador. La Iglesia ha nacido de la libre decisión de Jesús y, por tanto, debe su existencia a Jesucristo y al don que él ha hecho de su vida sobre la cruz.
El término teológico «Iglesia» proviene del griego Ekklesia que, a su vez, hace referencia a la palabra hebrea Qahal y cuyo significado, ya en el Antiguo Testamento, es «reunión del pueblo de Dios». Sin embargo, el término Ekklesia, adquiere en el conjunto del Nuevo Testamento tres significaciones posibles:
- La reunión de la comunidad cristiana.
- Cada una de las comunidades locales.
- La Iglesia universal.
En los evangelios hay dos acontecimientos que nos muestran que la Iglesia ha sido fundada por Jesús de Nazaret:
La Iglesia como Cuerpo de Cristo es una de las imágenes favoritas de san Pablo y hace referencia a la Eucaristía (1Co 10; Col 1, 18; Ef 5, 23): Cristo es la Cabeza del cuerpo de la Iglesia. El Padre «sometió todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó Cabeza sobre toda la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo» (Ef 1, 22ss).
- La atribución a san Pedro de su nombre (Mc 3, 16), a continuación de su profesión de fe en el Jesús-Mesías, haciendo referencia a la fundación de la Iglesia (Mt 16, 16ss).
- La institución de la Eucaristía (Mc 14, 22ss; Mt 26, 26ss; Lc 22, 14ss; 1 Cor 11, 23ss).
Pero, además, toda la acción y el destino de Jesús contribuyen a entenderlo como la raíz y el fundamento de la Iglesia. La Iglesia es fruto de toda la vida de Jesús, especialmente a través de su muerte y su resurrección, así como la misión del Espíritu Santo.
El cristiano ha de saber reconocer en la Historia de Salvación los elementos preparatorios, los progresos y etapas, que condujeron a la fundación de la Iglesia. Estos elementos son los siguientes:
- Las promesas hechas al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, promesas que Jesús recordaba en su predicación y que conservan toda su validez.
- La amplia llamada de Jesús a la conversión, así como la invitación a creer en él.
- El llamamiento y la institución de los Doce Apóstoles como signo del restablecimiento futuro de todo Israel.
- La atribución del nombre a Simón-Pedro, su rango diferenciado del resto de los discípulos y su misión.
- El rechazo de Israel hacia Jesús, y la ruptura entre el pueblo judío y los discípulos.
- La predicación de Jesús, durante la Última Cena y en el anuncio de su pasión y muerte, que anuncia el señorío universal de Dios y el don de la vida que Jesús hace a todos.
- La reedificación, por su resurrección, de la comunión rota entre Jesús y sus discípulos, y su introducción en la vida propiamente eclesial.
- El envío en Pentecostés del Espíritu Santo que hace de la Iglesia una creatura de Dios.
- La misión de la Iglesia hacia los paganos y con los paganos.
- La ruptura radical entre el «verdadero Israel» y el judaísmo.
Todas estas etapas, puestas una tras otra, muestran que la fundación de la Iglesia debe comprenderse como un proceso histórico de la revelación. El Padre, por tanto, «determinó convocar en la santa Iglesia a los creyentes en Cristo, la cual, prefigurada ya desde el origen del mundo, preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y la antigua alianza, constituida en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y será consumada gloriosamente al fin de los siglos» ( Lumen gentium, 2). La Iglesia, en el desarrollo de su misión en el mundo, es «germen y comienzo en la tierra, del Reino de Dios y de Cristo» (Lumen gentium, 5).
Jesucristo es quien constantemente la nutre y edifica en el Espíritu. Según la Escritura y en el sentido en que la entiende la tradición, la Iglesia nace del costado herido de Jesucristo (Jn 19, 34). Él la «adquirió por su sangre» (Hech 20, 28; Tit 2, 14). La Iglesia vive constantemente de su Señor y para Él.
Jesucristo es quien constantemente la nutre y edifica en el Espíritu. Según la Escritura y en el sentido en que la entiende la tradición, la Iglesia nace del costado herido de Jesucristo (Jn 19, 34). Él la «adquirió por su sangre» (Hech 20, 28; Tit 2, 14). La Iglesia vive constantemente de su Señor y para Él.
Hay numerosas imágenes bíblicas que expresan lo que es la Iglesia:
- Esposa de Cristo
- Grey (o rebaño) de Cristo
- Propiedad de Dios
- Templo de Dios
- Pueblo de Dios
- Casa de Dios
- Plantación de Dios
- Cuerpo de Cristo
La Iglesia como Cuerpo de Cristo es una de las imágenes favoritas de san Pablo y hace referencia a la Eucaristía (1Co 10; Col 1, 18; Ef 5, 23): Cristo es la Cabeza del cuerpo de la Iglesia. El Padre «sometió todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó Cabeza sobre toda la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo» (Ef 1, 22ss).