
Así, el libro “El Cielo es real” ha vendido más de 8 millones de ejemplares en EEUU y la película producida, muy fiel al libro, ha superado a cualquier otra de su género hasta el momento (no nos referimos tan sólo a películas de trama bíblica).
El público demuestra interesarse por Dios, el Cielo y nosotros mismos: ¿veremos a nuestros difuntos?, ¿qué aspecto tendrán?, ¿qué haremos allí?, ¿cómo es aquello?, ¿a qué se parecen los ángeles?...
Pero un niño de 4 años, ¿cómo puede hablar del Cielo si no es con imágenes? Y una película sobre ello, ¿qué puede hacer sino tomar decisiones sobre imágenes? El Islam no puede mostrar con imágenes a Mahoma ni a Dios. Tampoco el judaísmo puede mostrar a Dios con imágenes. Incluso la historia del arte cristiano -Cristo, imagen visible del Dios invisible- ha luchado siempre contra el dilema de dar imagen a lo que “ni el ojo vio ni el oído oyó”. Pero una película tiene que dar imágenes porque una película se hace con imágenes.
Así que la película de “El Cielo es real” empieza con una niña en un desván que pinta un rostro, el rostro de Jesús, con todo detalle, empezando por los ojos. Y al final, el pequeño Colton –en la vida real y en la película- dirá que así era Él, Jesús, que así eran sus ojos. Ojos verdes… como los de sus padres.

En la película, sobre el Cielo… ¡no hay mucho! La “guía de visita celestial” es el libro, no la película, en la que hay sólo 3 escenas “celestiales”. La película prefiere centrarse en lo terrenal.
La fe en el Cielo cristiano nos salva de caer en la creencia de un cielo pagano o new age. El Cielo católico, lleno de santos, de familias, de relaciones, sigue siendo tan atractivo como antaño. Incluso el muy metodista reverendo Burpo en el libro comenta, ante preguntas de amigos católicos, que “Colton vio a María, la Madre de Jesús, arrodillada ante el trono de Dios y otras veces la vio de pie junto a Jesús. Ella lo sigue amando con amor de mamá, dice Colton”.
Quizá no todos los detalles teológicos de Colton sean exactos, pero que el Cielo es real e implica la relación con Dios y con las personas, y que eso ilumina nuestra vida ya en la tierra, es algo que la película nos ayuda a recordar. Porque si el Cielo es real –y esto es la gran revelación- ¿no viviríamos de otra manera en la tierra?